Márcame la piel dormida
de caricias que queman,
de besos que despiertan,
de ti
– mi mágica mitad.
Visítame en la noche callada
para salir juntos a volar,
para vestirme con tus sueños,
de ti
– Dios inmortal.
Mírame hasta recordarme,
como aquella estrella fugaz,
que fui, que soy
– hoy,
y que siempre tuya será.
Mátame de pasiones profundas,
de luz y de verdad,
de caminos infranqueables
que hasta ti llegarán.